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Historia

Riba-roja de Túria está situada al sur de la Comarca de Camp de Turia en la provincia de Valencia a unos 18Km de la capital. A pesar de esta proximidad presenta unos caracteres paisajísticos y morfológicos propios que la diferencian claramente del área metropolitana de Valencia. Su termino municipal ocupa una extensión de 64Km alternando relieves de montañas suaves (Muntanya del Frare, El Colom, Els Carasols...) con terrazas fluviales y extensas llanuras de cultivo.

 

Hoy en día, Riba-roja de Túria permite disfrutar de un agradable encuentro entre la historia y la naturaleza, enmarcado por el magnifico paisaje que conforman las riberas del río Turia y las suaves colinas o los extensos campos de cultivo que la rodean. Además la reciente creación del "Parque Fluvial del Turia" y la declaración de protección del "Parque Natural del Turia" han supuesto un gran impulso para acercar al ciudadano a este entorno privilegiado.

 

La historia de Riba-roja al igual que su nombre está estrechamente ligada al río Turia. La riqueza hídrica de su territorio ha posibilitado el asentamiento de un amplio crisol de culturas a lo largo del tiempo.

 

La existencia comprobada en el termino municipal de restos de asentamientos íberos, de "villas" rústicas romanas y de importantes restos de varios acueductos, refuerzan la hipótesis de que en esta zona no existían núcleos importantes de población, sino asentamientos diseminados dedicados al vino, aceite y grano, productos que en época romana eran embarcados en gran medida con destino a la capital del Imperio. Así pues el asentamiento urbano de la Riparubea romana (Ribera Roja), tendría un marcado carácter militar, estratégico y de control sobre los vados del río Túria en el lugar y un amplísimo territorio regado y cultivado. Durante el Bajo Imperio y la transición bizantina-visigótica, anterior a la islamización, perduraría la misma ordenación del territorio creada por los romanos.

 

En 1970 se produjo el hallazgo de Plà de Nadal, considerado por numerosos autores como "la pieza arquitectónica más importante de la Península ibérica en el transito del s.VII al VIII" y que corrobora la continuidad de los asentamientos anteriores que se irían convirtiendo en un poblamiento rural compuesto exclusivamente por población musulmana.

 

A finales de 1238 Riba-roja se había rendido a Jaime I y el monarca aragonés donó su castro y villa al obispo de Zaragoza, aunque acabó utilizando sus rentas él mismo para entregarselas posteriormente a su hijo Pedro Fernández de Azagra, que designaría sus reprentantes, agentes militares y fiscales y utilizaría las rentas en la financiación de la campaña por la conquista de Murcia.

 

Las revueltas de los unionistas valencianos en 1348 pusieron en duda la capacidad defensiva del recinto amurallado, que rendido, fue desmochado por orden real y no será hasta un siglo después cuando se consolide la nueva trama urbana, pasando el recinto amurallado original a ser castillo-palacio y residencia del señor, quedando los musulmanes relegados al recinto murado de la albacara superior, con gran cantidad de viviendas-cueva a su alrededor, asentadose las escasas familias de cristianos, detentadoras de los establecimientos del señor en el pequeño recinto formado alrededor de la actual calle Carnicería, entre el muro norte de la albacara y el precipicio sobre el río.

 

En unos años la población mudejar debió prevalecer, hasta el punto de que, en 1535, fallecido el administrador, sus cuentas tuvieron que ser traducidas del "morisch al valencià" según escibía en su correspondencia la condesa de Palamós, valenciana de nacimiento, que tuvo que revisar la cuentas por encargo de la baronesa de Riba-roja, su hija, dama de la emperatriz en la corte castellana. Esta armoniosa convivencia entre musulmanes y cristianos dejaría de serlo y la ruptura de ambas sociedades culminaró con la expulsión de los moriscos en 1609.

 

Destacar que la primera mención documentada de la localidad, según la investigación realizada por José Vicente Calatayud y publicada en 2010 por el Ayuntamiento y la Diputación de Valencia se produjo en el Libre del Repartiment de València, en uno de sus primeros asientos, figurando como "Villa roya", siendo nombrada como "Riba roya" por primera vez por el propio rey don Jaime en su Libre dels Feyts, según el mismo estudio.

 

En las siguientes menciones documentadas en los siglos XIII y XIV, tanto en la Cancillería Real como en la ciudad de Valencia (Diplomatarium de Jaime I y Llibres de Clams, respectivamente) Riba-roja aparece sistematicamente, tanto en latín como en valenciano, como "Riba roya" y estrechamente ligada a las finanzas del rey y sus acreedores y, estratégicamente como un punto de paso obligado para las cabañas, tanto de ganado, trashumancia y transtermitancia proveniente de las sierras de Teruel, como de madera, almadías que bajaban desde los montes de Cuenca por el río.

 

La "Carta Puebla" le fue otorgada por Felipe III el 7 de agosto de 1611, siendo Señor de Riba-roja Sancho Ruiz de Lihori Folch Borja y Cardona. Doscientos años después, a finales de 1811, Riba-roja tuvo el honor de detener a las tropas del mariscal Suchet en el pouet de la granota cuyos restos aun son visibles frente a la cabecera norte del Pont Vell, a la sazón defendido por los lugareños con el apoyo de la Milicia Honrada de Cheste, al mando del héroe Romeu; los pontoneros franceses pudieron establecer un paso por el vado de la Vallesa, desde el que sus tropas lograron acceder finalmente a la capital por el sur.

 

Los últimos detentadores de la baronía fueron los condes de Revillagigedo quienes cedieron la mayor parte de sus derechos en el llamado "Compromiso de Cesión" del 13 de abril de 1897, de acuerdo con el mandato de las Cortes de Cádiz de 1812 que había abolido los señoríos.

 

El casco antiguo de Riba-roja puede hacernos revivir el aspecto de una ciudad medieval. Así, subiendo desde el río por el "Camino de las Animas" nos encontramos con el Castillo de origen árabe, la Cisterna y el Molino de Harina, hasta llegar a la plaza donde se encuentra la Iglesia, de dos campanarios, construida por los propios habitantes de Riba-roja, y el Ayuntamiento obra del arquitecto Joaquín Rieta.

Pero Riba-roja no es un pueblo que viva en el pasado, es un municipio moderno, que ofrece los servicios demandados por la sociedad para su enriquecimiento cultural, deportivo y de ocio.

 

Destacan entre los centros culturales, el Conservatorio Profesional de Música y Danza, la Casa de la Cultura, el Auditorio Municipal, la Escuela Permanente de Adultos, el Taller Ocupacional, el Centro Social y las dos Bibliotecas Municipales. Deportivamente, Riba-roja cuenta con grandes instalaciones de las que cabe mencionar el Pabellón Municipal, la Piscina Cubierta, el Polideportivo y el Campo Municipal de Fútbol que alberga la Escuela de Fútbol Municipal.

 

También cuenta este municipio con gran cantidad de parques y jardines como el Parque Municipal donde por el día se puede disfrutar de un magnífico paseo a bordo del tren de vapor y admirar los distintos tipos de vegetación presentes en la Comunidad Valenciana, y en las noches de verano gozar de un buen espectáculo teatral o cinematográfico en la terraza de verano.


Texto: José Vicente Calatayud, Cronista Oficial de Riba-roja de Túria.